miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Dios no está incluido en los recortes?


La Mezquita de Córdoba fue construida entre los años 780 y 785 por Abderramán I. Doce siglos después, el 2 de marzo de 2006, la Iglesia Católica inscribió el inmueble a su nombre en el registro de la propiedad número cuatro de Córdoba: tomo 2381, libro 155, folio 198. El trámite costó apenas 30 euros.
Tal robo fue posible por dos milagros.

El primero, que José María Aznar cambió la ley hipotecaria en 1998 para permitir a la Iglesia apropiarse de edificios de dominio público, aunque sean patrimonio de todos los españoles: basta con que el señor obispo dé fe y certifique que pertenecen a la Iglesia, sin necesidad de notario.
El segundo milagro, que disponer de un edificio de 23.400 metros en pleno centro de Córdoba le sale gratis a la Iglesia: no paga el IBI y tampoco se ocupa de los gastos de conservación.


La entrada en la Mezquita de Córdoba cuesta 8 euros por persona; al año recibe más de un millón de visitantes. No te entregan factura y es dudoso que el dinero recaudado pague impuestos: se considera un donativo y, como tal, está exento de tributación.
El obispado de Córdoba dispone de la Mezquita a su absoluta voluntad. También decide quién puede trabajar en ella como guía y quién no. No es raro que haya días en los que se cierre el acceso a los turistas porque hay, por ejemplo, una convención de sacerdotes en su interior.
Sin embargo, los gastos de restauración y conservación no los paga la Iglesia: los PAGA el Estado.

Desde 1998, la Iglesia ha inscrito a su nombre cientos de edificios, muchos de ellos financiados por los vecinos de cada pueblo o ciudad.

Zapatero no cambió la ley en ocho años.
Rubalcaba prometió reformarla en su programa electoral.

Es improbable que tal abuso lo vaya a eliminar el PP pero, con algo de suerte, tal vez la Unión Europea obligue al Gobierno a cobrar el IBI a la Iglesia, igual que ha hecho con Italia. No es poco dinero: este privilegio medieval nos cuesta 3.000 millones de euros al año, ¡una décima parte del déficit que le falta por recortar a Rajoy!.

Y no hay dinero para sanidad y educación, es una vergüenza.
Pasaló, que todos se enteren del negocio de la iglesia.

martes, 22 de mayo de 2012

DIGESTIÓN Y COMPETENCIAS



La última sesión de autoformación como asesores del CEFIRE me pareció, al menos, muy interesante. Después ha venido una larga digestión mental  entre las  largas digestiones estomacales. Como no quiero hacer literatura, iré directamente  al grano. Y me ceñiré a un solo folio. Creo que las competencias son una oportunidad de replantearse tres aspectos en la escuela. Pero que cada uno de esos aspectos  está en una jerarquía diferente y que por ello requiere de un trato específico.
El primero es el sueño. Los maestros y las maestras tenemos una profesión única. Podemos dejar una huella en nuestros alumnos, podemos hacer que sus vidas sean de un modo o de otro, podemos amar más o menos a los alumnos y de ese modo recibir más o menos de ellos. Si has leído hasta aquí puede que pienses que se me ha ido el cabeza debido al espíritu navideño, pero no es así. Son los aspectos emocionales, intangibles, los que determinan el logro de una organización. Y todo esto está bastante olvidado en los procesos de formación. ¿Existe algún motivo para que los maestros y maestras quieran motivar a sus alumnos? Es un círculo difícil de romper: los alumnos no están motivados, yo la maestra no estoy motivada y mañana los alumnos están aún menos motivados.
Se dice que las competencias han de integrar el saber, el hacer y el querer. Y como dice la canción son las cosas del querer las que mueven al mundo. Y entonces entramos nosotros en juego: ¿estamos motivados? ¿Tenemos algún sueño para la escuela? ¿Cuánto hay de emoción en nuestra formación? Haber, hay. Pero no es nuestra prioridad. Hay circulando por mi pueblo una metáfora que dice que los políticos de las dos últimas décadas serán recordados por acudir a la caja de los dineros cuando se les quemaba la casa. Las pistas para entenderlas son sencillas: el planeta se va al carajo mientras arreglamos las cuentas de los bancos. ¿Nos puede estar pasando lo mismo con esto de las competencias: muchas tareas, descriptores, indicadores y matrices y lo esencial se puede estar quedando otra, si otra vez, olvidado?
El segundo es el compromiso. Esto del compromiso es cosa de si o no. O se está o no se está. Como el embarazo. No se puede estar un poco embarazada o estarlo a ratos. La cosa es muy graciosa: el sueño empuja  al compromiso. Cuando se quiere algo se es capaz de hacer lo que sea menester, definición está de compromiso clara corta y precisa.
El compromiso te puede llevar al sueño. Si, haciendo lo que hay que hacer por responsabilidad, profesionalidad o hábito se puede llegar a tener el sueño. Hasta aquí llegan los aspectos intangibles. Ni el sueño ni el compromiso se pueden pesar ni medir directamente. ¿Son una competencia? ¿Se la pide la escuela a los niños? Constantemente. Ahora se llama  aprender a aprender,  autorregulación e inactiva  personal: soñar, ponerse metas, comprometerse con ellas y luchar hasta conseguirlas que entre noche y día no hay pared. ¿En que medida la escuela como suma de tantas personas, cosas e ideas les ofrece ejemplo en esto?
Por último llega la técnica. Como una vedette aparece por la escalera con alfombra roja y con una orquesta con miles de violines se nos presenta como la protagonista. Y a ella nos dedicamos. Y no es que no sea precisa. Pero sin el alma del sueño y el esfuerzo del compromiso, mis queridos compañeros y compañeras, no funciona.